En 1968, cuando tenia 12 años; recuerdo que leía la enciclopedia canina de Fiorenzo Fiorone y en ella venía un reportaje sobre un panteón para perros. Recuerdo que me llamo mucho la atención dicho reportaje; nunca imagine que 34 años después tendría la oportunidad de inaugurar uno propio.
Fue mi sobrino Samuel Fernández quien me comentó y animó a emprender la aventura; actualmente el cementerio cuenta con fosa colectiva, fosa individual y fosa en la rotonda de las mascotas ilustres.
Más que ser negocio, es un servicio más que ofrecemos a nuestros clientes. En torno a el, tenemos muchas anécdotas y recuerdos agradables, más adelante les iremos comentando algunas de ellas. Ahora nos toca disfrutar la satisfacción que nos provoca ver la sensibilidad, el gusto y la tranquilidad con que las personas ven enterrar a sus queridas mascotas, el cariño que expresan en sus epitafios o despedidas que escriben para sus animalitos.
Necsito otro numero y los horarios
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